En el teatro de nuestra vida laboral, un actor especial brilló con luz propia: mi querido compañero de trabajo Oscar Mendéz.
Tus risas eran como un bálsamo en los momentos más estresantes. Cada día, tu energía positiva llenaba la oficina de alegría y camaradería. Siempre estabas dispuesto a extender una mano amiga, a compartir conocimientos y a ofrecer palabras de aliento.
Los proyectos que emprendimos juntos eran aventuras llenas de aprendizaje y crecimiento.
Los recuerdos de nuestra amistad en el trabajo continuarán inspirándome en mi propio viaje.
En el libro de mi vida, el capítulo en el que compartimos el espacio de trabajo siempre será uno de los más preciados. Gracias por ser un compañero excepcional, por los momentos compartidos y por la huella que dejaste en el corazón.